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LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - LIMA BASQUE CENTER

La colonia vascongada, rica y prospera en la época colonial, era también generosa en extremo, al manifestar su religiosidad con la Virgen de su devoción, bajo la advocación de Aranzazu o del Espino –que esto significa la palabra vasca Aranzazu: sobre el espino- que tantos recuerdos les traía de sus lejanas montañas (…). Las fiestas que celebraban a la Virgen de Aranzazu eran suntuosas, y las preseas y alhajas de su culto, numerosas, ricas y abundantes.

P. BENJAMIN GENTO SANZ. San francisco de Lima

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La acción de los hombres de empresa vascongados en el Perú se recorta con perfiles tan nítidos durante la segunda mitad del siglo XVIII que su magnitud solo cabe medirla proyectándola como la secuela, dentro del sector económico, del rumbo trazado por sus predecesores atraídos por el llamado del destino transatlántico. La divisa de unos y otros pudiera haber sido el viejísimo Plus Ultra, un más allá promotor constante del ímpetu expansivo que desde tiempos inmemoriales late en las venas de los individuos de esa raza.

GUILLERMO LOHMANN VILLENA. Los comerciantes vascos en el virreinato peruano.

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Fue recibida la forastera divina en Lima con gran pompa y alegría de sus vecinos, haciéndose pedazos las campañas de todas las iglesias en señal de su gozo. Colocada la santa imagen en sus andas de un montón distinto de inmensa riqueza de diamantes, que era lo brillante poco le debían al sol, salió triunfante en hombros de sacerdotes de la Catedral a la plaza mayor, dejado el palio, como Reina y Señora que es de cielo y tierra, despidiendo rayos de gloria de su soberano rostro, que daban vida a cuantos con devoción la miraban. Llevaba por lucido acompañamiento a todo noble y común de la ciudad, Virrey, Audiencia Real, Cabildos y Religiones. Paso la procesión con pompa y aparato, luces, músicas y danzas, las calles y sus balcones adornados de sedas y ricas telas, a la casa del serafín llagado, Francisco, donde el siguiente día, diez y ocho octubre, de mil seiscientos y cuarenta y seis años, con el mismo aplauso, fiesta, música, Virrey y Tribunales, suspiros y lagrimas de gozo, y alegría de innumerable pueblo convenido, fue colocada la santa imagen en su espino (divina rosa entre espinas) dentro de un nicho de gallardo fondo, a cuya majestad corren dos cortinas de labor costosa.

DIEGO CORDOVA Y SALINAS, Crónica Franciscana de las Provincias del Perú

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“Para reparar en algún modo la falta de la bóveda de Aranzazu en su capilla, se han tomado en el camposanto (…) nichos que están distinguidos con la inscripción de pertenecer a la ilustre Hermandad de Nuestra Señora de Aranzazu”

“Aquí yacen los muy nobles y muy leales hijos y descendientes de la Provincia de Cantabria”

“Esta explicación y noticia se pone aquí para los venideros (…); en caso necesario es fácil quitarla y dar entrada a la bóveda”.

ARCHIVO DE LA ILUSTRE HERMANDAD VASCONGADA DE NUESTRA SEÑORA DE Aránzazu DE LIMA – Euzko Etxea Arantzazu de Lima

domingo, 21 de octubre de 2012

COFRADIA DE NUESTRA SEÑORA DE ARANZAZU DE LIMA 1612-2012


EL COMERCIO – Lima, viernes 22 de setiembre de 1899

EL INCENDIO DE ANOCHE
A las 9 y media anoche las compañas de la ciudad daban la señal de incendio al público, los bomberos y la policía corrían por las calles, dirigiéndose al lugar del siniestro.
Los inspectores anunciaban con sus pitos que el fuego se había iniciado en el cuartel 2° y pocos momentos después todo Lima sabía que el templo de San Francisco era preso de las llamas.
El fuego, según nuestros informes, se declaro en el segundo altar de la  nave de la derecha, de la advocación de Nuestra Señora de Aranzazú.
A juzgar por el cuerpo que había tomado el incendio, es evidente que el fuego se debe haber declarado en las primeras horas de la noche, pues a las 9 y 30 pm, se hallaba incendiada la farola de la media naranja del templo, divisándose por la ventana alta que mira hacia la plazuela de San Francisco, el interior de la nave, roja con las llamas y brotando chispas, que mezcladas entre espesas nubes de humo, ascendían al especio, cayendo a la plazuela y calles adyacentes y produciendo el peculiar chasquido de la madera incendiada.
Felizmente el templo se hallaba vacío cuanto se inicio el incendio; de suerte que hasta el momento en que trazamos estas línea, no ha habido desgracia alguna que lamentar entre el público. Uno de los bomberos de la “Roma”, don Aquiles Cortellini, al subir a una escalera en el interior del templo vino a tierra, rompiéndose el cráneo y sufriendo varias contusiones en el costado y arrojando sangre por la boca a consecuencia del golpe: además tenía la pierna derecha dislocada.
En el acto fue llevado por los jóvenes Arancivia, Velarde y un bombero de la “Roma” a la botica de Gallese, donde se le hizo la primera curación y de allí, en una camilla, a su domicilio situado en la calle Granados.
También don Ulderico Cruz, bombero de la Salvadora, resulto con varias lesiones  a consecuencia de que una de las ruedas de la bomba le paso por la cara y espalda, al intentar salvar a un muchacho en la calle Boza.
El interior del templo presentaba un aspecto imponente, pues mirando desde la puerta principal, se divisaba todo iluminado brillando en las paredes, altares y molduras los siniestros resplandores de las llamaradas que, haciendo crujir la estructura, escapaban por las claraboyas, entre nubes de espeso humo.
Desde lo alto de la cúpula que se halla antes del presbítero, caían millares de chispas y grandes trozos de madera al pavimento de la iglesia formando aquello una menuda lluvia de fuego que lo envolvía todo.
La inmensa multitud que lleno desde los primeros momentos la plazuela de San Francisco y calles adyacentes, gritaba a voz en cuello: Agua!, Agua!
Los frailes del convento, con sus hábitos carmelos y sus cordones blancos, pugnaban por abriese paso entre la compacta agrupación de gente y pedían auxilio, pintando en sus semblantes la tribulación y el sobresalto.
El pueblo desafiando al peligro, penetro al templo y pronto se hallaban depositados en la plazuela de San Francisco, frente a la puerta principal, confesionarios, bancas, ornamentos, santos, candelabros, etc., en un confuso ordenamiento.
Todas las bombas de la capital acudieron presurosas a la primera señal, tendiendo sus mangueras y poniendo en movimiento sus materiales; pero, como generalmente sucede, faltaba el agua y se perdieron tres cuartos de hora preciosos, antes que los pitones pudieran funcionar con éxito.
La “Internacional Núm. 6” se coloco en la esquina del Rastro de San Francisco; teniendo además ocupados un grifo en la calle de Palacio, otro frente a su cuartel y otro frente a la estación de Desamparados; la Salvadora Lima estuvo en la esquina formada por las calles San José y Santa Apolonia; la Victoria en la esquina del Arzobispo y San José;  Aparicio y Milagro; la France en la esquina de Zarate y Aparicio;  la Roma en la esquina de Aparicio y Milagro; la Cosmopolita en la esquina de Juan de la Coba y Cerco de San Francisco, tendiendo sus mangueras a la casa de don Nicolás de Piérola y sobre la iglesia; la Lima Núm. 1 se situó en la esquina de la Inquisición y Zarate.
Desde que se dio la señal de incendio, el intendente de la policía, señor José Martin Arróspide, se presento en el lugar del siniestro, tomando todas las medidas conducentes a guardar el orden y custodiar la propiedad; haciendo además salir a la gente que había penetrado en el templo, a fin de dar libertad de acción a los bomberos.
También estuvieron presentes, el comisario del cuartel 2°, coronel Zavala; el del 3° coronel Ramírez; el del 4° señor Abelardo Elías y el del 1° coronel Torrico; así como el prefecto del departamento coronel Gonzalo Tirado,  junto con sus ayudantes,  y los de la intendencia.
El jefe de la sección de policía, señor Alberto Sousa Ferreyra, al mando de la sección de buzoneros, se hallaban también presentes y el inspector del mismo señor Grec.
La policía formo un cordón en las bocacalles, impidiendo la aglomeración de gente en los sitios donde funcionaban las bombas.
A las 10 y 15 minutos se desplomo con estrepito, la farola de la cúpula inundando el templo, de ceniza y humo.
Los alumnos del Seminario conciliar de Santo Toribio fueron sacados de su plantel, en previsión en que el fuego se propagara por ese lado.
La casa del ex - presidente señor Nicolás de Piérola, se halla colindante por la espalda con la capilla del Milagro. Desde el primer momento se coloco una guardia en la puerta de la calle y comenzaron a llegar muchos de los amigos políticos y personales del señor Piérola. Pudimos ver allí al presidente de la cámara de diputados Señor Aurelio Sonsa, al alcalde municipal, general Echenique, el Prefecto de departamento, coronel Tirado, el Señor Alejandro de Romaña, Julio Tenend, Julio Hernández, el Señor Ezeta, comandante general de cuerpo de bomberos, el inspector de policía municipal. Señor Gree, el ayudante del campo de S. E.comandante Roca y Necochea, comandante Abel Canseco, doctor Carlos de Pierola,varios reporteros y muchas otra personas visibles de nuestra sociedad.
Don José G. Diegas, que se encontraba en una tienda de la calle del Milagro, sintió, poco después de las 9 de la noche, cierto estrepito en la iglesia, como si se desplomase algo, y se apercibió de un marcado olor a madera quemada.
Inmediatamente salió a la calle, y vio por las ventanas altas, una iluminación inusitada. Sospechando la causa, corrió al interior del convento y dio parte a lo lejos , Daniel Cavero y Jacinto Robles, quienes, a su vez , habiendo notado la iglesia iluminada, dieron parte al padre guardián, quien inmediatamente hizo tocar obediencia, dirigiéndose toda la comunidad al templo.
Es de advertir, que varios de los miembros de la comunidad habían permanecido en el coro hasta las 8 y 30 de la noche.
Cuando alarmados, abrieron la puerta que da al templo, notaron que estaba ardiendo la cornisa del altar donde se venera a Nuestra Señora de Aranzazu.
Acto continuo, el sacristán mayor, reverendo padre León, se dirigió al altar mayor con el objeto de salvar la custodia con las formas sagradas, depositándolas en la capilla del costado que se halla en el interior del convento.
A las 10 menos 10, habiéndose descubierto el incendio a las 9 y 20. Los bomberos de la Internacional lograron dar agua, colocando tres pitones en el interior del templo y lanzando agua sobre el altar incendiado, logrando dominar el fuego desde el primer momento, además, dentro se encontraban miembros de todas las compañías, rivalizando en entusiasmo y decisión. Grande fue el peligro que corrieron cuando se desplomo la farola de la media naranja, pues las chispas cayeron sobre los bomberos que daban agua y la ceniza,  tierra y escombros que cayeron, apagaron dos hachones, a pesar de esto los bomberos permanecieron en sus puestos sin cejar ante el peligro.
Los bomberos de la “Roma” treparon a la torre de la iglesia, asi como también los Cosmopolitas y algunos miembros de las demás compañías.
Se nos asegura que el Señor Bar, de la “France”, ha sufrido una  lesión en la mano.
El comandante Roca y Necochea, ayudante de campo de S.E, hizo colocar dos mangueras, una de la “Roma” y otra  de la Cosmopolita, por el interior de la casa del Señor Piérola a fin de combatir el fuego, caso de que se propagara por ese lado.
Con este motivo las escaleras de la casa y corredor del primer  piso se anegaron.
            A las once de la noche se hallaba el fuego completamente dominado, debido a la actividad y entusiasmo de las compañías de bomberos.
Con respecto al origen del siniestro no hay por el momento explicación satisfactoria; pues según  nos lo ha asegurado el padre guardián Hinojosa, no se había celebrado fiesta alguna, no habiendo por consiguiente, ni velas y ni lámparas en los altares.
En consecuencia, el sacristán seglar Carvallo, que cuida del altar incendiado, ha sido llevado a la Intendencia, para las investigaciones del caso.
Como generalmente sucede en estos casos, los intrusos no han dejado de causar daños en el templo.
Se han quemado algunos cuadros valiosos que se hallaban  próximos al altar incendiado.
Hace 55 años que la iglesia del Milagro, contigua a la de san Francisco, quedo destruida por un incendio.
El público se condujo con la mayor moderación y la policía procedió con tino y actividad conservándose el mayor orden.

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