EL COMERCIO – Lima, viernes 22 de setiembre de 1899
EL INCENDIO DE ANOCHE
A las 9 y media anoche las compañas
de la ciudad daban la señal de incendio al público, los bomberos y la policía
corrían por las calles, dirigiéndose al lugar del siniestro.
Los inspectores anunciaban con sus
pitos que el fuego se había iniciado en el cuartel 2° y pocos momentos después
todo Lima sabía que el templo de San Francisco era preso de las llamas.
El fuego, según nuestros informes, se
declaro en el segundo altar de la nave
de la derecha, de la advocación de Nuestra Señora de Aranzazú.
A juzgar por el cuerpo que había
tomado el incendio, es evidente que el fuego se debe haber declarado en las
primeras horas de la noche, pues a las 9 y 30 pm, se hallaba incendiada la
farola de la media naranja del templo, divisándose por la ventana alta que mira
hacia la plazuela de San Francisco, el interior de la nave, roja con las llamas
y brotando chispas, que mezcladas entre espesas nubes de humo, ascendían al
especio, cayendo a la plazuela y calles adyacentes y produciendo el peculiar
chasquido de la madera incendiada.
Felizmente el templo se hallaba vacío
cuanto se inicio el incendio; de suerte que hasta el momento en que trazamos
estas línea, no ha habido desgracia alguna que lamentar entre el público. Uno
de los bomberos de la “Roma”, don Aquiles Cortellini, al subir a una escalera
en el interior del templo vino a tierra, rompiéndose el cráneo y sufriendo
varias contusiones en el costado y arrojando sangre por la boca a consecuencia del
golpe: además tenía la pierna derecha dislocada.
En el acto fue llevado por los
jóvenes Arancivia, Velarde y un bombero de la “Roma” a la botica de Gallese,
donde se le hizo la primera curación y de allí, en una camilla, a su domicilio
situado en la calle Granados.
También don Ulderico Cruz, bombero de
la Salvadora, resulto con varias lesiones
a consecuencia de que una de las ruedas de la bomba le paso por la cara
y espalda, al intentar salvar a un muchacho en la calle Boza.
El interior del templo presentaba un
aspecto imponente, pues mirando desde la puerta principal, se divisaba todo
iluminado brillando en las paredes, altares y molduras los siniestros
resplandores de las llamaradas que, haciendo crujir la estructura, escapaban
por las claraboyas, entre nubes de espeso humo.
Desde lo alto de la cúpula que se
halla antes del presbítero, caían millares de chispas y grandes trozos de
madera al pavimento de la iglesia formando aquello una menuda lluvia de fuego
que lo envolvía todo.
La inmensa multitud que lleno desde
los primeros momentos la plazuela de San Francisco y calles adyacentes, gritaba
a voz en cuello: Agua!, Agua!
Los frailes del convento, con sus
hábitos carmelos y sus cordones blancos, pugnaban por abriese paso entre la
compacta agrupación de gente y pedían auxilio, pintando en sus semblantes la
tribulación y el sobresalto.
El pueblo desafiando al peligro,
penetro al templo y pronto se hallaban depositados en la plazuela de San
Francisco, frente a la puerta principal, confesionarios, bancas, ornamentos,
santos, candelabros, etc., en un confuso ordenamiento.
Todas las bombas de la capital
acudieron presurosas a la primera señal, tendiendo sus mangueras y poniendo en
movimiento sus materiales; pero, como generalmente sucede, faltaba el agua y se
perdieron tres cuartos de hora preciosos, antes que los pitones pudieran
funcionar con éxito.
La “Internacional Núm. 6” se coloco
en la esquina del Rastro de San Francisco; teniendo además ocupados un grifo en
la calle de Palacio, otro frente a su cuartel y otro frente a la estación de
Desamparados; la Salvadora Lima estuvo en la esquina formada por las calles San
José y Santa Apolonia; la Victoria en la esquina del Arzobispo y San José; Aparicio y Milagro; la France en la esquina
de Zarate y Aparicio; la Roma en la
esquina de Aparicio y Milagro; la Cosmopolita en la esquina de Juan de la Coba
y Cerco de San Francisco, tendiendo sus mangueras a la casa de don Nicolás de
Piérola y sobre la iglesia; la Lima Núm. 1 se situó en la esquina de la
Inquisición y Zarate.
Desde que se dio la señal de
incendio, el intendente de la policía, señor José Martin Arróspide, se presento
en el lugar del siniestro, tomando todas las medidas conducentes a guardar el
orden y custodiar la propiedad; haciendo además salir a la gente que había
penetrado en el templo, a fin de dar libertad de acción a los bomberos.
También estuvieron presentes, el
comisario del cuartel 2°, coronel Zavala; el del 3° coronel Ramírez; el del 4°
señor Abelardo Elías y el del 1° coronel Torrico; así como el prefecto del
departamento coronel Gonzalo Tirado,
junto con sus ayudantes, y los de
la intendencia.
El jefe de la sección de policía,
señor Alberto Sousa Ferreyra, al mando de la sección de buzoneros, se hallaban
también presentes y el inspector del mismo señor Grec.
La policía formo un cordón en las
bocacalles, impidiendo la aglomeración de gente en los sitios donde funcionaban
las bombas.
A las 10 y 15 minutos se desplomo con
estrepito, la farola de la cúpula inundando el templo, de ceniza y humo.
Los alumnos del Seminario conciliar
de Santo Toribio fueron sacados de su plantel, en previsión en que el fuego se
propagara por ese lado.
La casa del ex - presidente señor
Nicolás de Piérola, se halla colindante por la espalda con la capilla del
Milagro. Desde el primer momento se coloco una guardia en la puerta de la calle
y comenzaron a llegar muchos de los amigos políticos y personales del señor
Piérola. Pudimos ver allí al presidente de la cámara de diputados Señor Aurelio
Sonsa, al alcalde municipal, general Echenique, el Prefecto de departamento,
coronel Tirado, el Señor Alejandro de Romaña, Julio Tenend, Julio Hernández, el
Señor Ezeta, comandante general de cuerpo de bomberos, el inspector de policía
municipal. Señor Gree, el ayudante del campo de S. E.comandante Roca y
Necochea, comandante Abel Canseco, doctor Carlos de Pierola,varios reporteros y
muchas otra personas visibles de nuestra sociedad.
Don José G. Diegas, que se encontraba
en una tienda de la calle del Milagro, sintió, poco después de las 9 de la
noche, cierto estrepito en la iglesia, como si se desplomase algo, y se
apercibió de un marcado olor a madera quemada.
Inmediatamente salió a la calle, y
vio por las ventanas altas, una iluminación inusitada. Sospechando la causa,
corrió al interior del convento y dio parte a lo lejos , Daniel Cavero y
Jacinto Robles, quienes, a su vez , habiendo notado la iglesia iluminada,
dieron parte al padre guardián, quien inmediatamente hizo tocar obediencia,
dirigiéndose toda la comunidad al templo.
Es de advertir, que varios de los
miembros de la comunidad habían permanecido en el coro hasta las 8 y 30 de la
noche.
Cuando alarmados, abrieron la puerta
que da al templo, notaron que estaba ardiendo la cornisa del altar donde se
venera a Nuestra Señora de Aranzazu.
Acto continuo, el sacristán mayor,
reverendo padre León, se dirigió al altar mayor con el objeto de salvar la
custodia con las formas sagradas, depositándolas en la capilla del costado que
se halla en el interior del convento.
A las 10 menos 10, habiéndose
descubierto el incendio a las 9 y 20. Los bomberos de la Internacional lograron
dar agua, colocando tres pitones en el interior del templo y lanzando agua
sobre el altar incendiado, logrando dominar el fuego desde el primer momento,
además, dentro se encontraban miembros de todas las compañías, rivalizando en
entusiasmo y decisión. Grande fue el peligro que corrieron cuando se desplomo
la farola de la media naranja, pues las chispas cayeron sobre los bomberos que
daban agua y la ceniza, tierra y
escombros que cayeron, apagaron dos hachones, a pesar de esto los bomberos
permanecieron en sus puestos sin cejar ante el peligro.
Los bomberos de la “Roma” treparon a
la torre de la iglesia, asi como también los Cosmopolitas y algunos miembros de
las demás compañías.
Se nos asegura que el Señor Bar, de
la “France”, ha sufrido una lesión en la
mano.
El comandante Roca y Necochea,
ayudante de campo de S.E, hizo colocar dos mangueras, una de la “Roma” y
otra de la Cosmopolita, por el interior
de la casa del Señor Piérola a fin de combatir el fuego, caso de que se
propagara por ese lado.
Con este motivo las escaleras de la
casa y corredor del primer piso se
anegaron.
A las once de la noche se hallaba el
fuego completamente dominado, debido a la actividad y entusiasmo de las
compañías de bomberos.
Con respecto al origen del siniestro
no hay por el momento explicación satisfactoria; pues según nos lo ha asegurado el padre guardián
Hinojosa, no se había celebrado fiesta alguna, no habiendo por consiguiente, ni
velas y ni lámparas en los altares.
En consecuencia, el sacristán seglar
Carvallo, que cuida del altar incendiado, ha sido llevado a la Intendencia,
para las investigaciones del caso.
Como generalmente sucede en estos
casos, los intrusos no han dejado de causar daños en el templo.
Se han quemado algunos cuadros
valiosos que se hallaban próximos al
altar incendiado.
Hace 55 años que la iglesia del
Milagro, contigua a la de san Francisco, quedo destruida por un incendio.
El público se condujo con la mayor
moderación y la policía procedió con tino y actividad conservándose el mayor
orden.